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lunes, 27 de octubre de 2014

FRANCIA 1648-1652: Las Dos Frondas


LAS DOS FRONDAS
 



A inicios del reinado de Luis XIV, siendo Ana de Austria regente de Francia y el Cardenal Jules de Mazarin (Giulio Mazarino) -discípulo y sucesor del Cardenal de Richelieu-, primer ministro, estalló la llamada "Fronda Parlamentaria". Los magistrados, aprovechando la minoría de edad del monarca, intentaron limitar el poder de la Corona Francesa. París se sublevó, llenando sus calles de barricadas. Los representantes de la capital retenían casi prisioneros a la regente y a sus dos hijos, el rey Luis XIV y el duque de Anjou, en el Palais-Royal. La tensión fue tan fuerte que, aprovechando un momentáneo despiste, la Familia Real huyó junto a la Corte a Saint-Germain-en-Laye, en plena noche y con lo puesto. Mazarin, por su lado, tuvo que abandonar Francia momentáneamente para refugiarse en lugar seguro y, desde su exilio, siguió dirigiendo las negociaciones con los rebeldes parisinos. Hábil y astuto, supo darle la vuelta al asunto y, con paciencia, esperó que los parisinos se cansasen del desorden y se percatasen de que solo eran el juguete y peón de las ambiciones de los magistrados. Desacreditados éstos, el 11 de marzo de 1649 se firmaba la paz en Rueil, entre Ana de Austria, Mazarin y el presidente del Parlamento, Mathieu Molé, significando así el fin de la "Fronda Parlamentaria". Los magistrados renunciaban a limitar el poder real y a inmiscuirse en los asuntos de Estado, recuperando sus prerrogativas de ejercer la Justicia y la misión de dar constancia y legalidad a los Edictos Reales.





La Fronda Parlamentaria




 
Procedentes de la burguesía, los magistrados, como hemos señalado, ejercen en nombre del Rey la Justicia y legalizan los Edictos Reales, que se encargan de aplicar jurídicamente. Estos magistrados, por norma, compran sus cargos, lo que les pone normalmente a salvo de las sanciones reales (el rey no puede desposeer a un magistrado de su cargo).



En 1648, Francia está gobernada por la regente Ana de Austria, madre del joven monarca Luis XIV (de 9 años), que se beneficia de los útiles a la par que hábiles consejos del Cardenal Jules de Mazarin.

El país se encuentra en guerra contra los Habsburgo de Madrid y de Viena, y ese esfuerzo bélico demanda aumentos de impuestos. Huelga decir que esa medida provoca el alzamiento de las clases privilegiadas.



El 13 de mayo de 1648, el Parlamento de París invita a sus colegas de provincias a reformar lo que ellos estiman como abusos del Estado. A iniciativa del consejero Pierre Broussel y de Paul de Gondi, cardenal de Retz y coadjutor del arzobispo de París, propone una unión con la Corte de Cuentas, el Gran Consejo y la Corte de Ayudas para ejercer un mejor control del poder de la Corona. La regente finge someterse a esa decisión parlamentaria antes de ordenar el arresto de Broussel, jefe de los rebeldes, y cuya integridad (un hecho rarísimo para la época) le vale una inmensa popularidad entre los parisinos.



Ante la noticia del arresto de Broussel, el 26 de agosto, París se subleva en el curso de la llamada "Jornada de las Barricadas". La regente debe entonces liberar a sus prisioneros, pero su humillante "derrota" es de corta duración.

En otoño, Francia gana la guerra en el extranjero y firma el Tratado de Westfalia. Mazarin y la regente tienen, desde entonces, las manos libres para acabar con la Fronda Parlamentaria.



El 5 de enero de 1649, con el joven rey Luis XIV y Felipe de Anjou, se instalan de improvisto en el Real Sitio de Saint-Germain-en-Laye mientras que el ejército real, mandado por Luis II de Borbón, Príncipe de Condé "el Gran Condé" (vencedor de la batalla de Rocroi en 1643), asedia la capital francesa.

Los parlamentarios, que tienen muchos privilegios gracias a la monarquía, no desean realmente que se produzca una revolución a gran escala. Temen perder sus privilegios y prebendas emanados de la Corona. El presidente del Parlamento, Mathieu Molé (Conde Molé por gracia del rey), lanza entonces a sus colegas:

"¡Hacéis el juego de los Príncipes, esta fronda no es la vuestra!"

Tras duras liberaciones, se rinden finalmente y deponen las armas a pesar del odio que sienten por el italiano Mazarin.

En virtud de la Paz de Rueil, los rebeldes parlamentarios son generosamente amnistiados, mientras que Paul de Gondi recibe el capelo cardenalicio.

La Fronda de los Príncipes



El cardenal de Mazarin y la regente deben entonces enfrentarse a la rebeldía de los príncipes (La Fronda de los Príncipes), mucho más violenta y que arrastra a casi toda la alta nobleza en el sendero de la revuelta.

Tras tomar partido por el rey contra los parlamentarios, el príncipe de Condé, manifiestamente descontento de que Mazarin se mantenga en el poder, reanuda las intrigas con otros grandes señores: su hermano el príncipe de Conti, el duque y la duquesa de Longueville, el cardenal de Retz,...

Arrestado, Condé es encerrado en el castillo de Vincennes a lo largo de 13 meses. Ante la anarquía galopante, Ana de Austria debe liberarle y fingir que se separa del cardenal de Mazarin.

Libre, Condé encabezará a los rebeldes y el ejército de éstos. El 2 de julio de 1652, se enfrenta al ejército real mandado por su gran rival el Vizconde de Turenne, bajo las murallas de París. Derrotado, debe su salvación a los disparos de los cañones de La Bastilla, ordenados por su prima la Duquesa de Montpensier, y gracias a la cual consigue refugiarse en la capital. Pero sus torpezas y su alianza con los españoles le traerán el abandono de sus partidarios y el regreso a Francia de Mazarin. Condé, únicamente acompañado por algunos fieles, se refugiará en los Países-Bajos Españoles ofreciendo su espada al rey Felipe IV de España. Luis XIV ordenará la confiscación de sus bienes y pondrá precio a su cabeza.



El rey vuelve entonces a la capital pero, en recuerdo de aquellos traumáticos años de inseguridad, Luis XIV conservará en su corazón y mente un tenaz resentimiento hacia los parisinos. Más tarde optará por abandonar el Palacio del Louvre, residencia oficial de la corte desde hace 4 siglos, para construir un nuevo palacio en Versailles, donde su padre y predecesor Luis XIII, tenía un pequeño castillo de caza.

La monarquía francesa saldrá, de esas desventuras, reforzada, mientras que en Inglaterra triunfará la revolución ejecutando a su rey Carlos I, instaurando una república dictatorial. Francia evolucionará hacia una monarquía absoluta e Inglaterra, paralelamente, hacia una monarquía constitucional.

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