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martes, 16 de septiembre de 2014

LA REINA MARGOT


MARGARITA DE FRANCIA
REINA DE NAVARRA Y DE FRANCIA 
1553 - 1615
 

 
"La Reina Margot"
 
Hay tantos horrores contados sobre Margarita de Valois, hija del rey Enrique II de Francia y de Catalina de Médicis, que no pueden exagerarse más de lo que ya lo están.



Nacida el 14 de mayo de 1553, en el castillo real de Saint-Germain-en-Laye, Margarita, Princesa Real e Infanta de Francia, ya es diana de todo tipo de rumores desde su más tierna adolescencia. Víctima de las reprimendas de su madre, de sus hermanos y de su esposo el rey Enrique III de Navarra (futuro Enrique IV de Francia), su casquivana conducta tiene la excusa de ser el fruto de la gran libertad que impera en la corte de Francia. Para canalizar sus ardientes pasiones, Catalina de Médicis la casa con Enrique de Borbón, rey de Navarra. Esa unión se celebra el 18 de agosto de 1572 en París, pero Margarita de Francia entra en la catedral de Notre-Dame sola, ya que su futuro marido es protestante y hace ostentación de su condición quedándose ante las puertas del templo, para mayor escándalo de los parisinos.

La noche de bodas será ensangrentada por la matanza de la San Bartolomé, en el curso de la cual Enrique de Navarra se verá amenazado de muerte si no abjura en el acto de su fe calvinista.



El matrimonio no será feliz. Margarita, ya durante la ceremonia religiosa de su enlace, se negó a dar el "si, quiero", y su hermano Carlos IX le obligó brutalmente a asentir con la cabeza, de un manotazo en la nuca. A eso se añade su falta de apetencia por su flamante marido que huele a tigre, algo bocazas y rudo. Él la engaña con las casquivanas damas de la corte, y ella le devuelve con creces la cornamenta. De hecho, sus amoríos se hacen tan notablemente lúbricos que Enrique de Navarra acaba por encerrarle en su castillo de Usson, en Auvernia, donde permanecería allí a lo largo de 18 largos años.



Cuando su marido se convierte en rey de Francia a la muerte de su último hermano superviviente, Enrique III, que ha sucumbido bajo la puñalada de un monje iluminado en 1589, asiste aliviada al trámite de la anulación de su matrimonio con Enrique IV. Lejos de estar disgustada, la reina Margarita de Francia facilita la tarea a su marido y al Legado del Papa. Gana, a cambio, el título de Duquesa de Valois, el pago de sus colosales deudas, una renta vitalicia y su liberación con derecho a residir en París.

La relación existente entre Margarita y Enrique IV se vuelve cordial, y en su correspondencia con él, demuestra su natural bondad.




Instalada en el parisiense palacete de Sens, rodeada de sus sucesivos, jóvenes y fogosos amantes, a los que mata de agotamiento en el tálamo, reaparece ante los parisinos como una mujer que ha envejecido y engordado enormemente; canosa y casi calva, lleva pelucas rubias y es coqueta hasta lo insospechable. Nada queda ya de su legendaria y tan elogiada belleza de antaño.

Sus relaciones con la nueva reina, María de Médicis, y con las favoritas del rey, son óptimas. Mejor aún, se convierte en una segunda madre para el Delfín Luis, y se encarga cariñosamente de todos los hijos del rey, ella que nunca fue capaz de engendrar un heredero para el trono.

El 27 de marzo de 1615, fallece tranquilamente en su residencia del Hôtel du Petit-Bourbon, en París, y el joven rey Luis XIII la llora sinceramente, recordándola como la única mujer que le había dado un verdadero amor maternal, del que se veía privado por su propia madre.

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