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jueves, 28 de agosto de 2014

EL "BEAU SANCY": Un diamante de María de Médicis

GINEBRA 2012:
Un diamante de María de Médicis subastado
 



María de Médicis lo deseaba más que nada en el mundo y Enrique IV, su marido, acabó por ofrecérselo: el diamante "El Beau Sancy", decoraba magistralmente la corona de la Reina de Francia en el momento de su coronación en 1610. Durante cuatro siglos, esa joya cargada de historia ha pertenecido a cuatro familias reales. Ese pequeño concentrado de historia de Europa brilló de nuevo en París por 2 días, martes 24 y miércoles 25 de abril, antes de ser vendido en subasta en Ginebra, el 15 de mayo, en Sotheby's.



Es la Casa Real de Prusia, cuyo jefe es el tataranieto del último emperador de Alemania (el káiser Guillermo II), el Príncipe Georg-Friedrich von Hohenzollern, de 36 años, quien puso en venta la piedra preciosa. Con un peso de 34,98 quilates, el diamante tallado en forma de pera y "doble rosa", fue estimado con un valor de entre 2 y 4 millones de dólares. Una evaluación realista teniendo en cuenta la importancia histórica del diamante, como estima David Bennett, presidente del departamento de alta joyería de Sotheby's en Europa y Oriente-Medio.

Aunque histórico, el "Beau Sancy" no es, de lejos, el diamante más caro del mercado. Un diamante rosa de 24,78 quilates, fue vendido por la friolera de $46,15 millones en 2010, también por Sotheby's y en Ginebra.


Un concentrado de historia europea



La joya, que se encuentra sin adornos ni engarces, fue presentada junto con otras de procedencia aristocrática el martes 24 y miércoles 25 de abril 2012. En los últimos 40 años, el diamante ha sido en muy pocas ocasiones mostrado al gran público. En 2001, formó parte de una exposición en el Museo Nacional de Historia Natural de París, donde apareció junto a su hermano mayor, el "Grand Sancy".



Es en 1604 cuando Enrique IV compró el "Beau Sancy" por la coqueta suma de 25.000 escudos. El diamante, del que se encaprichó la reina, fue colocado en lo alto de la corona de María de Médicis, tal y como atestiguan los retratos de ésta revistiendo el traje de coronación pintados por Frans II Pourbus el Joven. En 1630, veinte años después del asesinato de Enrique IV, María de Médicis, madre del rey Luis XIII, opta por exiliarse a Bruselas tras su última y fallida intentona de provocar la caída del Cardenal de Richelieu.



Para pagar a sus acreedores, acabará por vender el diamante al Príncipe de Orange-Nassau en 1641. La joya pasa entonces a manos de la princesa María de Inglaterra y Escocia, quien lo recibe como regalo de boda. De herencias en bodas, el diamante acabará finalmente entre los dedos del elector de Brandenburgo y primer rey de Prusia, Federico I, quien ordenará insertarlo como principal ornamento en su recién cincelada corona de oro cuajada de diamantes (1702).

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