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martes, 27 de noviembre de 2012

LA EXTRAVAGANTE DUQUESA DE NEWCASTLE





LADY MARGARET LUCAS CAVENDISH
DUQUESA DE NEWCASTLE
1623 - 1673
 
 

"Madge la loca"
 
Fue una aristócrata y escritora inglesa, más conocida por la biografía que ella misma escribió sobre su marido, y que fue publicada en 1667, en pleno reinado de Carlos II.

Lady Margaret Lucas nació en el seno de una de las más opulentas familias aristocráticas del condado de Essex, octava hermana de los ocho retoños nacidos del matrimonio de Sir Thomas Lucas de Saint-John de Colchester, Sheriff de Essex, y de la Honorable Elizabeth Leighton. Muy conocidos fueron dos de sus hermanos, Sir John Lucas (1606-1671), 1er Barón Lucas de Shenfield & Par de Inglaterra -a partir de 1645-, y Sir Charles Lucas de Colchester -Lord Lucas a título póstumo- (1613-1648), que fueron figuras de proa del movimiento realista durante la Guerra Civil británica.

Presentada e introducida en la corte del rey Carlos I en 1643, se convirtió en dama de honor de la reina Enriqueta-Ana de Francia, a la que siguió en el exilio instalándose en la corte del joven rey Luis XIV de Francia (1644), tras la derrota de las tropas reales en Marston Moor. Fue en el curso de su estancia en el exilio francés donde conoció al que sería su marido, Sir William Cavendish, Barón de Ogle, 1er Marqués de Newcastle (1592-1676) -y futuro 1er duque de Newcastle-; al contraer matrimonio en 1645, se convertía en su 2ª esposa, teniendo ella 22 años y él 53. Era entonces un hombre inmensamente rico, perteneciente a una de las más eminentes familias británicas (los Condes de Devonshire), y que desempeñaba el cargo de gobernador del Príncipe de Gales -futuro rey Carlos II-. Sin embargo, dimitió de su cargo en el curso de las maquinaciones políticas que iban a desembocar en la guerra civil inglesa y optó por exiliarse.




 
Retrato de William Cavendish & de Margaret Lucas, Marqueses de Newcastle; obra de Rubens.

En 1651, Margaret regresó a Inglaterra para una breve estancia durante el mes de noviembre, empleando su tiempo en escribir su primera obra.

De regreso a Inglaterra con la "Restauración" de 1660, que ponía un término a la república dictatorial puritana de los Cromwell y devolvía el trono a Carlos II, Lord William Cavendish fue recompensado con la erección de su marquesado en ducado y Margaret se convirtió en la flamante 1ª Duquesa consorte de Newcastle (1665).

Siempre atenta a los chismorreos y rumores cortesanos, y de los secretos más íntimos de sus contemporáneos, Margaret encontraría de sobras buen material en terreno tan abonado para sus trabajos literarios.



Mujer poeta, filósofa, ensayista, dramaturga y, sin duda, eficiente e incansable publicista de si misma y de sus obras, dió el primer paso, sin precedentes entre las mujeres de tan alto rango, publicando ella misma sus trabajos sin adoptar seudónimos, consciente del peligro que acechaba a los escritores cuando éstos, por miedo y prudencia, publicaban sus obras bajo nombres falsos y exponiéndose a ver cómo otros se atribuían el mérito o las ideas. Hasta este punto era consciente del valor de la propiedad intelectual. Puntualicemos que, pese a haber recibido una educación propia de las mujeres de su tiempo, que se limitaba a la música, el baile, la escritura, el saber estar, las manualidades domésticas y otras artes del estilo, Margaret se hizo a si misma gracias a su sed de saber y su enorme curiosidad.

 
Retrato de Samuel Pepys (1633-1703)


El famoso cronista londinense y contemporáneo de la duquesa, Samuel Pepys, dijo de ella que era una "... loca, vanidosa y ridícula..." . Sus enemigos y detractores, que la desprecian por su condición de fémina y por su osadía de convertirse en escritora aplaudida, se burlan de su extravagancia en el momento de vestirse: original hasta en el más nimio detalle, crea sus propios vestidos y los luce sin ruborizarse, creando escuela... Lo que está claro es que, como escritora, se salía de lo normal; en su obra "New Blazing World", Margaret escribió la que se considera como la primera novela de ciencia ficción de la época. Y, prodigiosamente activa, permanece siendo la única mujer de su tiempo en haber publicado más de un libro, al menos en Europa.

 
Retratos de Thomas Hobbes (izq.) y de René Descartes (derecha).


Como filósofa, Margaret rechazó el pronunciado Aristotelianismo del siglo XVII en su "Natures Pictures", y combatió los puntos de vista de Thomas Hobbes (rebatiendo su "Leviathan"), de René Descartes (argumentando sobre la dignidad y racionalidad de los hombres y los animales), Robert Boyle y otros eminentes miembros de la Royal Society de Londres, que frecuenta asiduamente pese a que, por su condición de mujer, le es inicialmente vetada la asistencia.

Interesada en todos los avances científicos, criticó a los experimentalistas argumentando que la razón debía guiar los sentidos, y anotó la desconfianza existente acerca de los telescopios y microscopios, cuando ella disponía de una colección de 7 telescopios adquiridos por su marido entre 1644 y 1660, y que utilizaba para observar el firmamento, tal era su entusiasmo por la astronomía.

 
Arundel House fue, a partir de 1667, la sede de la Royal Society de Londres; obra de Cornelis Bol, s. XVII.


Tras una obstinada insistencia, la duquesa consigue asistir a una sesión de experimentos de Robert Boyle en la Royal Society (1667). La victoria no fue fácil: sus insistentes peticiones provocaron un alud de discusiones entre los académicos, y no pocos desaires por parte de éstos, antes de que se avinieran a concederle ese deseo.

Retirada en las posesiones de su marido, en Welbeck Abbey (Nottinghamshire), Margaret Lucas-Cavendish, duquesa de Newcastle, fallece súbitamente el 15 de diciembre de 1673, con tan solo 50 años y con nada menos que 14 obras publicadas en su haber. Tal es su prestigio, que Carlos II dispone que sea sepultada con honores en la Abadía de Westminster (Londres), privilegio que se concede únicamente a los personajes más relevantes del país.


 
Estátuas yacentes de las tumbas de William Cavendish y Margaret Lucas, Duques de Newcastle, en la Abadía de Westminster, Londres.
 

El duque de Newcastle, viudo y aquejado de la enfermedad degenerativa de Parkinson, moriría 3 años después, en 1676, y a la avanzada edad de 84 años.

En sus "Opiniones Filosóficas y Físicas", la duquesa escribió sobre la condición de las mujeres de entonces:

"Paupérrima educación, exclusión de las instituciones públicas, subordinación política y desamparo, dictados fisiológicos desde la niñez, y la convicción social en ver a las mujeres como seres incompetentes, irresponsables, incapaces de inteligencia e irracionales."

Algunas de sus obras importantes, entre las 14 que dejó a la posteridad, fueron:

-Poems and Fancies, 1653

-Philosophical and Physical Opinions, 1655

-Natures Pictures, 1656

-A True Relation, 1656 (autobiografía)

-Playes & Orations of Divers Persons, 1662

-Philosophical Letters, 1664

-New Blazing World, 1666

-The Convent of Pleasure

-Atomic Poems

-The Life of William Cavendish, 1667 (biografía de su marido)

-Observations upon Experimental Philosophy, 1668

-Grounds of Natural Philosophy, 1668

etc.



LA DUQUESA EXCÉNTRICA Y GENIAL

Texto de Pola Oloixarac
Correcciones de Arnau Lucas.


 
Retrato de Robert Boyle (1627-1691)
 
  Es mayo de 1667, Robert Boyle se apresta a disolver un cordero en ácido sulfúrico. Hombres de negro y peluca rizada lo secundan, y la Duquesa de Newcastle asiste maravillada al desfile de experimentos: bombas de vacío, imanes, telescopios –Boyle expone su teoría del color, Hooke le muestra su microscopio-. La Duquesa recorre la Royal Society de Londres (donde Newton postularía la gravedad dos décadas después) con un vestido de cola de seis metros, que manejan sus seis doncellas. Es la primera mujer a la que se permite presenciar esas ceremonias. En la calle, una multitud se agolpa para verla pasar; de frente, algunos la confunden con un joven caballero, porque también lleva un sombrero de ala ancha a la D'Artagnan y una entallada chaqueta de montar.




Para entonces la Duquesa de Newcastle ya era la autora más versátil del barroco inglés. Catorce años antes, en 1653, publicaba sus Atomic Poems, fantasías sobre la teoría atómica y De rerum Natura de Lucrecio, precedidas de algunas cartas defendiendo las capacidades femeninas para la poesía (verbigracia: si es deseable que tejamos, ¿por qué no escribir poesía, que es tejer con el cerebro?); tres meses después se imprime Philosophical Fancies, donde propone una alternativa para el sistema mecánico de la naturaleza; en 1655, un libro sobre física y metafísica, con una carta arengando a Cambridge y Oxford a que lean sus escritos. Se había puesto en duda que sus textos fueran la obra de una mujer, y se conjeturó que el verdadero autor era Lord Cavendish, su marido. Ansiosa por ser leída y discutida por las eminencias de su tiempo, piensa que quizás no asimilen sus ideas de manera inmediata; mientras, la Duquesa publica una historia de sí misma, algunas obras de teatro y un libro con escenas de la naturaleza. Y como sus interlocutores soñados persisten en ignorarla, recurre a un subterfugio incomparable: publica en 1663 un falso epistolario, Philosophical Letters, donde intercambia cartas con una mujer ficticia y discute sus propias ideas oponiéndose al mecanicismo de Hobbes, a Van Helmont y Descartes.

En 1666, cuando la peste negra asola Londres, aparece la primera novela de ciencia-ficción, The Blazing World, que relata la existencia de otros mundos a los que se llega por el Polo Norte, donde la narradora se pasea entre civilizaciones y decide invadir Inglaterra con un blitzkrieg de hombres-pájaro, ataques submarinos de hombres-pez y catapultas de diamantes que arrojan piedras de fuego. En el frontispicio del libro, la Duquesa posa para el lector… en toga. En el epílogo, invita gentilmente a los lectores interesados a convertirse en sus súbditos.

Escribe con la irresponsabilidad de una niña y la arrogancia de una Duquesa, reprobó Virginia Woolf. ¿Por qué no tradujo los clásicos, por qué no intercambió cartas con los genios masculinos de su tiempo? La Duquesa tenía "una inclinación salvaje por la extravagancia" que la privó de gozar, lamenta Woolf, de la humilde, oscura carrera a la que podía aspirar una mujer cuando publicar un libro con el nombre propio era una trasgresión emparentada con el ridículo.


Tres damas fueron reconocidas como intelectuales entonces: Anna Maria von Schurman (un libro sobre la educación de las mujeres), la Princesa de Bohemia (se cartea con Descartes) y Anne Conway (un libro anónimo y póstumo). La Duquesa, no. Aunque conoció a Hobbes, Gassendi y Descartes (los Cavendish fueron mecenas de los primeros), la Duquesa sólo mantuvo correspondencia en inglés con Glanville y Huygens, deidades menores; participaba en silencio de las tertulias ofrecidas en su castillo, donde Hobbes era un familiar, y se retiraba a sus habitaciones a despotricar contra lo que había escuchado o presentido. Su verdadera vida, escribió, estaba atesorada en sus libros; en su obra de teatro The Convent of Pleasure (1668) describe una comunidad de mujeres solas, libres y felices (con apuntes para un amor lésbico); en The Blazing World, explica que al escribir ha construido "un reino para sí misma", lo que le da más gloria y placer "de la que jamás sintieron Alejandro o César al conquistar el orbe terrestre".

Llega al teatro de Londres con un vestido de encaje por donde se adivinan sus pezones; especula sobre la naturaleza de la luna y la materia infinita; sale corriendo del laboratorio de su castillo con las enaguas incendiadas; diseña sus vestidos y los de sus damas; critica la noción de verdad única, la óptica de Hooke y el método experimental; se da cuenta que sus ideas van más rápido que sus dedos y contrata un amanuense, John, al que sienta al lado de su puerta a la espera del grito: "¡John, John, tengo ideas!"  
 

 

Antes de entregarse a la grafomanía, la joven Margaret (de soltera apellidada Lucas, hija de un rico baronet, sheriff de Essex) fue dama de honor de la Reina Enriqueta María de Francia.
Escapando de la guerra civil se exilió con la corte en Francia y allí conoció a Lord William Cavendish, entonces Marqués de Newcastle, con quien más tarde (al cabo de un volumen de poemas amorosos) se casaría.

En el prefacio de sus Observations upon Natural Philosophy la Duquesa escribe: "Es probable que, como dicen, mi hábito de escribir constantemente sea una enfermedad. Pero entonces debe tratarse de la enfermedad más augusta, pues tengo el honor de estar infectada con el mismo mal que marcó las vidas de Agustín, Cicerón, Homero, Paracelso…" (la lista sigue).


La ciencia del siglo XVII abunda en fantasías violentas, de alto voltaje sexual. Según Bacon, el científico, debe arrancarle a la naturaleza su secreto, perseguirla hasta su recámara y violarla si persiste en no entregárselo. La discusión intelectual que Margaret buscó, en vano, era un acontecimiento indescifrable para la época, como lo siguió siendo para el canon feminista inglés, que no le perdonó lo desparejo de su prosa, su fama de excéntrica, su desmesura (retrocesos en la causa). (Esto último quizás es justo: acostumbrada a vagabundear por su castillo, un cuarto propio le hubiera resultado inhabitable.) Como Bathory, que también fue prolífica pero en asesinatos, la Duquesa no puede comprender la censura ajena –su connubio con su yo escritor es demasiado íntimo, absoluto-. Escribir es algo que corresponde a su altísima dignidad; fue pionera en hacer de la escritura una forma de visibilidad, una jactancia, una aventura.



 

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