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sábado, 24 de marzo de 2012

EL CHOCOLATE: de Madrid a París

Retrato de Ana de Austria, Reina de Francia y de Navarra (1601-1666), esposa de Luis XIII y madre de Luis XIV.


Debemos a una infanta española y reina de Francia, Ana de Austria, el haber introducido en la corte francesa un exótico bebedizo llamado "chocolate", tras llegar a su país de adopción con baúles llenos de cacao y, con ellos, a una experta en su preparación. "Exótico" porque el chocolate procedía de las colonias americanas popularmente conocidas como "las Indias".

En mayo de 1659, Luis XIV concede a un oficial de la reina-madre Ana de Austria, un tal David Chaillou, el privilegio exclusivo de preparar, fabricar y vender el chocolate por espacio de 29 años. Para ello, abrirá su propia tienda en la rue de l'Arbre Sec de París y, cuando expira la concesión real, el chocolate empieza a ser fabricado y vendido por numerosos boticarios y marchantes de especias de la capital del Sena.

Retrato de Maria-Teresa de Austria, Reina de Francia y de Navarra (1638-1683); consorte de Luis XIV.


Su sobrina, nuera y sucesora en el puesto, la Infanta Maria-Teresa de Austria, no se limitará únicamente a traer (ella también) el famoso "chocolate" que se consumía en Madrid, sino que también hará otra capital aportación a la mesa: las naranjas.

La fabricación del chocolate es, entonces, bastante rudimentaria: el obrero trabajaba de rodillas y molía el cacao a mano con la ayuda de un cilindro y sobre una piedra inclinada y debidamente escalfada.

En 1660, el chocolate (siempre de la mano de la reina Maria-Teresa, gran consumidora del bebedizo especiado) empieza a prepararse en la corte y en poco tiempo, enamora a todos los cortesanos de Luis XIV. La joven reina no podía pasar un día sin tomarlo, lo que llevó a la corte a afirmar que tan solo tenía dos pasiones: "el rey y... el chocolate."

Se consume entonces como una bebida caliente. En cuanto al rey, éste no tiene en muy buena estima ese bebedizo traído de las Indias; para él es "un alimento que engaña el hambre pero que no llena el estómago."

Pese a todo, el chocolate entra a formar parte de los rituales de la corte: se consume los lunes, miércoles y jueves en los bufetes que se montan en los salones de Versailles.



Ya por entonces, se le presta al chocolate cualidades afrodisíacas y medicinales. La mayoría de los médicos y botanistas reconocían sus cualidades para la digestión y virtudes dinamizantes. Se llegó incluso a decir que ayudaba a luchar contra las lombrices y el restreñimiento. Muchos llegarán a recetarlo a sus pacientes para luchar contra la fatiga e incluso contra los problemas pulmonares.

Será la Marquesa de Maintenon, esposa morganática de Luis XIV, quien logrará imponer el chocolate para los días festivos pero, cuando surgen problemas económicos a finales del reinado, el rey manda suprimirlo del menú cortesano para recortar gastos. Y es que, entonces, y a pesar de su éxito, el chocolate tenía un precio exorbitante que tan solo la nobleza podía permitirse el lujo de pagar.

El Duque de Penthièvre y su familia tomando una taza de chocolate; obra de Charpentier, 1768.


Hay que esperar el siglo XVIII para que la alta burguesía lo descubra y se convierta en su gran consumidora. Pero habrá que pacientar hasta 1824 para que la indústria del chocolate se ponga en marcha y que cada uno pueda, por fin, tomarlo sin moderación.

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